lunes, 14 de septiembre de 2009

Frivolidad con perpetuidad garantizada

Si ha habido alguien que sea el ejemplo perfecto de frivolidad, consumismo, escándalo y de falta de capacidad intelectual e histriónica aún estando vigente en la vida pública, es Paris Hilton. Su nombre y su persona venden y llaman la atención por el simple hecho de ser ella, ¿y quién es? No canta, no baila, no actúa, no es filantrópica... ¿entonces? Pues nada, sólo es, amén de ser hija de un empresario millonario, popular entre la gente y en cualquier evento donde se presenta.
Se ha dado el lujo de hacer un reality show donde buscaba a su "nueva mejor amiga para siempre" ("Best Friend Forever") con el único propósito de obtener publicidad y de paso, alguien que le pueda seguir el paso a su loco estilo de vida, lleno de compras al por mayor y parrandas todas las noches, ha confundido a personalidades importantes de la política, y, más comúnmente, ha hecho declaraciones que solo comprueban que, intelectualmente, no tiene mucho qué obtener de provecho.
Ahora resulta que algunas de sus frases ("Soy prueba viviente de que las rubias no son tontas") serán inmortalizadas en un diccionario junto a personajes importantes como Gandhi, Confucio y Shakespeare; a mí en lo particular, me parece una idea muy desafortunada el hecho de que "equiparen" a gente muy importante en la historia con una persona que no ha hecho nada excepto demostrar cómo llevar un estilo de vida liberal y vacío, y encima ganar dinero con ello.
No sé cómo vaya a terminar esta mujer, es lo de menos, pero es del tipo de personas que deberían, si acaso, ser recordadas como un ejemplo de lo que es despertar todos los días y sentir tu vida miserable y vacía, pero eso sí, llena de lujos... como una "jaula de oro".

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