Por necesidades del proyecto en mi comisión en
ALTEC Santander, fui enviado a la Ciudad de México a
Crisol, la otra parte del
call center de la institución bancaria y en donde atienden las llamadas de los clientes y/o te ofrecen otros servicios. No voy a mencionar todo el relajo que viví allá para poder desempeñar mi trabajo, eso lo dejaremos para después.
Reconozco que tengo cierta influencia (mi familia y los medios de comunicación) que no me permite ir a la ciudad con suficiente tranquilidad para no desarrollar una paranoia temporal; de casi todas las veces que ido a la capital del país, me siento con la presión de estarme fijando dónde estoy, quién pasa a mi alrededor o quién se me acerca, y, sobre todo, de no lucir como un fuereño y/o algo que pudiera llamar la atención e interés de alguien.
Mucha gente (sobre todo familiares y amigos que viven en esa ciudad) me dicen que no es para tanto, que se exagera mucho sobre los sucesos malos que ocurren allá (y de los que todos los días nos enteramos en las noticias: robos, asaltos, homicidios, corrupción y un largo etcétera), y, ¡que es una ciudad muy bonita!
Es verdad que hay lugares muy tranquilos o "seguros" y, sobre todo, interesantes para visitar (como ahora que fui en marzo al
Papalote Museo del Niño y a la
Zona Rosa), pero, y no es broma, desde que pongo un pie en la Central de Autobuses del Norte, ya ando volteando para todos lados, quizá porque soy demasiado distraído y mis padres siempre me recuerdan eso.
Ahora que estuve en Crisol, mientras esperaba mi taxi al terminar mi jornada para dirigirme al hotel (claro, pedí un taxi seguro), notaba cómo la gente que salía también de trabajar caminaba normalmente, algunos ostentando hasta un celular reciente o
iPod, y se subían como si nada a un microbus lleno de gente incluso siendo las 9 o 10 PM. Lo mismo puedo decir del
Metro, porque en horas pico se llena bastante y ni quien se preocupe o inmute. ¡Qué decir del tráfico! Los automóviles parece que van a cobrar herencia de lo rápidos que van, y para que te dejen cruzar una calle de dos carriles está difícil; si tienes suerte, contarás con algún puente peatonal, pero en lo personal, los he usado con mucha precaución de que no me vayan a acorralar o hasta se caiga un pedazo del mismo (como ocurrió hace no mucho, en donde se cayó un chavo por un hueco del puente, y al hacer la transmisión en el noticiero de la mañana por helicóptero, otro también se cayó).
Por otro lado, muchos compañeros de trabajo vienen de la Ciudad de México a vivir y trabajar aquí en Querétaro, y aunque regresan con frecuencia allá los fines de semana o similar, la mayoría decide quedarse aquí ya que está muy tranquilo para vivir.
¿Por qué la gente que vive en el DF, con todo lo malo que tiene (exagerado o no), vive como si nada, en medio de tráfico, contaminación y delincuencia? Esta pregunta seguramente muchos que hemos vivido en provincia nos la hacemos constantemente. Yo no me imagino salir allá con mi pareja a tomar un café, caminar por algún parque y platicar hasta altas horas de la noche, de la misma forma en que lo hago aquí; no me imagino asisitiendo a algún concierto u evento y salir a la hora que sea con tranquilidad; no me imagino poder jugar con mi Nintendo DS o escuchar música de mi celular en alguna parada de microbús o dentro del mismo sin preocuparme de que a alguien le interese quitármelo.
Cierto, todo eso no es privativo de la Ciudad de México, pasa en todos lados, y no estoy exento de que aquí en Querétaro me pase algo malo (que también pasa); entonces, ¿por qué tengo confianza? Porque veo que la gente no tiene tanta necesidad de robar puesto que hay trabajo (aunque sea mal pagado, pero hay), veo que las patrullas de policía pasan constantemente en casi toda la ciudad, y, en general, la calidad de vida es mejor, cosas que yo no veo allá en la capital (idea mía, quizá). Claro, Querétaro es aburridísimo comparado con la Ciudad de México, no se tiene la misma cantidad de lugares de esparcimiento, pero sí siento que hay más calidad humana y valores familiares un poquito más fuertes... quizá porque así somos en provincia, ¿o no?