Hoy a la medianoche, cual cuento de Cenicienta, se cumple otro mes más de haber iniciado nuestro proyecto lleno de sueños, ilusiones, miedos y temores.
Aquella noche en una jardinera, con el mayor de mis temores del pasado, me arriesgué a decirte que me gustas, y me atreví a confesarte mis intenciones de tener una relación formal de pareja contigo. No importó el que fuera poco tiempo de tratarnos, no me importó mi pasado personal, no me importó que me habían lastimado antes, solo me importabas tú, el aprender de ti y crecer contigo.
Cada abrazo, cada caricia, cada momento en que estamos juntos los dos, en cualquier lugar y en cualquier circunstancia, llena mi vida de una paz y una felicidad indescriptibles. Claro, como cualquier pareja, siempre hay broncas y diferencias. No te puedo decir que evitaré en el futuro lastimarte o incomodarte, porque a veces soy demasiado tonto y, una, o pienso más en mi que en ti, o dos, me falta entenderte todavía... y no es que seas una persona compleja (bueno, un poquito), sino que me falta pericia para comprender cosas más allá de mi capacidad.
He aprendido mucho a tu lado, y deseo seguir aprendiendo, porque ese es mi mayor sueño: compartir la vida al lado de alguien y que nos apoyemos mutuamente.
Gracias por ser quien eres, gracias por ser el ángel que llegó a mi vida para darme nuevas esperanzas, para creer en Dios nuevamente y creer en su infinito amor. Gracias por devolverme la vida después de perderla de vista, gracias por devolverme mis sueños e ilusiones de una vida tranquila y feliz, tal como lo deseé siempre.
TE AMO.
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