viernes, 22 de enero de 2010

Arte de matar

Cuando era adolescente, por alguna de esas cosas raras de la vida, invitaron a mi padre a una corrida de toros, la cual también fuimos mi mamá y yo. En lo personal, me quedó una experiencia no muy grata porque, dentro de mi desconocimiento, tenía miedo de que se fuera a brincar el toro la cerca, como hace no mucho lo hiciera el tristemente célebre "Pajarito" en la Plaza de Toros México; lo más curioso es que en donde me encontraba "escondido" esa vez también estaba la que era en aquel entonces novia del torero que estaba en el ruedo, igual muerta del miedo que yo.

Nunca me han gustado las corridas de toros; reconozco que soy una persona muy simple y abstracta, y me toma algo de tiempo y reflexión el encontrar el plano artístico a cualquier tipo de obra, pero definitivamente no le veo lo artístico a traer de un lado a otro a un toro para luego desangrarlo lentamente mientras muere... ah, y encima cortarle orejas y rabo como si fueran un trofeo. Lo siento, pero cualquier tipo de maltrato animal me parece nefasto.

Mucho se ha dicho de que si este tipo de entretenimiento, herencia de la Madre Patria, es realmente un espectáculo artístico, por el tipo de elementos usados en la corrida, o simplemente es una equivalencia al Coliseo Romano donde cientos de guerreros peleaban a muerte sólo para satisfacer el ansia del público. Actualmente el famoso Dipuhooligan está proponiendo que se prohiban las corridas de toros en la Ciudad de México, y ya han salido a relucir opiniones tanto a favor como en contra de la propuesta.

Es verdad que como seres humanos, tenemos el derecho de elegir nuestra forma de entretenimiento, pero hemos de recordar que aquellos en quienes nos apoyamos para pasar un buen rato también tienen derechos, y ambos deben ser respetados por igual, máxime cuando hablamos de "aquellos" quienes no saben por qué están ahí.

Tampoco me gustan las peleas de box, pero obvio es que quienes ahí pelean son, supuestamente, dos personas adultas con pleno conocimiento de lo que están haciendo... aunque luego queden con daño cerebral y sin el dinero y fama que cuando estaban "sanos". Hay una larga diferencia entre un ser humano consciente de por qué está ahí, y un toro que, sin tener la misma capacidad intelectual y valiéndose únicamente de su instinto y fuerza, también está en desventaja ante el capote y una espada o unas banderillas que tarde o temprano serán las que acaben lenta y dolorosamente con su vida sólo porque el ser "humano", de manera "artística", ha "luchado" de manera impecable.

Algunos comentarios a favor de la denominada Fiesta Brava intentan justificarse de que entonces no deberíamos ni comer carne de animal, dado que el ganado destinado a alimentación es maltratado al grado de morir. Aunque es verdad que hay lugares donde no se le da una "muerte digna" al animal en cuestión, también es cierto que no estamos hablando de lo mismo; creo que hay una diferencia abismal entre matar por comer a matar por darse y dar gusto a los demás. Ojo, matar por gusto es parte de una patología psicológica muy grave... pero, como se supone que la Fiesta Brava es un negocio... ¿a quién le importa si quienes asisten a ella son o no psicópatas?

Realmente dudo mucho que proceda la prohibición de algo que, desgraciadamente, está muy arraigado en la cultura mexicana, pero creo que si el objetivo de dicho entretenimiento es torear de manera artística, ¿por qué no pensar en simplemente dejar vivo al toro?

2 comentarios:

Toñiux dijo...

A mí tampoco me gustan las corridas de toros. También me parecen una fiesta innecesaria alrededor de una matanza de animales.

Digo, reconozco que salir a torear no es poca cosa, pero también creo que prohibir las corridas de toros en México es como prohibirles los cohetes y fuegos artificiales a las fiestas de pueblo.

La solución está padre: que no se prohíba la Fiesta Grande, pero que se deje vivo al toro (no estoy muy seguro si dejar que se claven las banderillas o no)

Eriol dijo...

Ciertamente, todas son cuestiones culturales y eso que aqui no son tan arraigadas como en España... soy de la misma opinion, no me gusta en lo absoluto ni le logro encontrar lo interesante...

Desgraciadamente, seria luchar no solo con la cultura, si no tambien con la gente que la considera un deporte o espectaculo y hasta los que hacen negocio con eso.