El viernes pasado me fui con mi pareja a ver SpiderMan 3; al principio no me esperaba algo más de lo que se había visto en las entregas anteriores y unos nuevos enemigos basados en el comic, pero durante el desarrollo de la película estuve realmente satisfecho: más allá de la acción y de las peleas vi con agrado un lado de los súper héroes que rara vez he visto, su lado humano.
Peter Parker, más allá de sus habilidades sobrehumanas, no se debe olvidar que es un ser humano con sus propios problemas personales, empezando por ser el nerd de la clase a quien todos molestaban y que su tío (casi su padre) fue asesinado en un robo por un, ciertamente, descuido de Parker.
En esta tercera parte vemos cómo SpiderMan se empieza a hacer más famoso entre la gente de Nueva York, dejando a un lado su humildad y poniendo en peligro su relación con Mary Jane. Sus sentimientos más reprimidos salen a flote gracias a un simbiote caído del espacio, llevando a nuestro personaje arácnido a un extremo donde, sin querer, lastima a sus seres queridos (y uno que otro inocente) en más de una forma.
No les contaré más de la película, la verdad me agradó muchísimo, pero al mismo tiempo me dejó pensando sobre una situación que me pasó en la semana con mi pareja... también como que a mí se me olvidó por un momento que las cosas deben ser recíprocas en la relación aunque no sean siempre perfectas...
JRMC... gracias por todo lo que me das... TE AMO.
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