martes, 6 de marzo de 2007

El celular en las escuelas

Leyendo las noticias del día de hoy de un periódico en Morelia, se ha abierto un debate interesante: ¿es correcto el uso de los celulares en las escuelas?

El avance tecnológico cada día va permeando en todos los contextos y estratos sociales, siendo un ejemplo contundente el hecho de que una gran parte de la población tiene acceso a un teléfono celular. Asimismo, cada día los celulares tienen más funcionalidades, de las cuales muchas no tienen nada que ver con el poder comunicarse directamente (fotos, música, aplicaciones, etc.).

El detalle aquí es que, aterrizando la situación al contexto escolar, en muchos casos se ha orientado el uso del celular a cosas negativas, ¿apoco no es más fácil enviarse una serie de mensajes para preguntarle a otro la respuesta a una pregunta en el examen (a mí aún así se me haría difícil, pero bueno, hay quien lo hace)? Claro, eso es de todos los días, pero también han sido usados para sacar fotos con tintes pornográficos, o peor aún, extorsionar por medio de él a otras personas.

Muchos directivos de instituciones escolares han prohibido el uso de celular en las escuelas, argumentando entre otros, los puntos que mencioné; en cambio, otros deciden dejar a conciencia de los mismos estudiantes (y de sus padres/tutores) el uso del teléfono. Es una situación compleja porque si bien es difícil que la mayoría de niños de primaria o secundaria requieran un celular para sus actvidades, sí es a final de cuentas un medio de comunicación muy útil, ya que les permite estar en contacto con sus familiares en caso de alguna situación extraordinaria.

Yo más bien lo veo como un enésimo ejemplo de lo que significa avanzar tecnológicamente: es un arma de dos filos. La tecnología debería ser usada solamente para incentivar la calidad de los seres humanos y nuestro entorno, no para dañarnos los unos a los otros ni "hacer el mal" (aunque se lea muy inocente la frase), pero como en este caso (y en muchos otros), lo que está pasando es producto de una degradación lenta de la sociedad en la que se están perdiendo valores, lo que nos obliga a satisfacer nuestras necesidades con cosas meramente físicas o actitudes que nos hagan sentir más que los demás.

Eso no debe ser, no vamos a hacer un cambio repentino de un día a otro, pero pienso que estamos a tiempo de detenernos y ver qué es lo que estamos haciendo con nosotros mismos.

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