lunes, 3 de octubre de 2011

Arte de matar (Seguimiento)

Finalmente en Barcelona, España, entró en vigor una legislación que prohíbe las corridas de toros (o la "fiesta brava"... terminología "bonita" al final); la última corrida ya ocurrió por aquellos lares.

Estoy seguro que muchas organizaciones a favor de los derechos de los animales estarán contentas por este triunfo, y de alguna forma no es para menos. Ya había comentado hace algún tiempo mi opinión de la tauromaquia y realmente no ha cambiado para nada: es un evento bárbaro, casi primitivo equiparable al Coliseo Romano, con la diferencia de que acá es "artístico" el marear y ver cómo sufre y se desangra un animal.

¿Es casi sociópata el disfrutar algo así cada semana, como si fuera un máximo evento social y hasta familiar?
¿Es enfermo calificarlo de arte y de cultura, y hasta de herencia y tradición?

...yo diría que sí.

Pero, hey, calma, no me voy a volver intelectual de izquierda, ni político, ni mucho menos activista; no tengo ni la preparación, ni el tiempo, ni el cinismo, ni el interés de ninguna de esas cosas (gracias a Dios). Simplemente es lo primero que pienso cuando se habla de este tipo de eventos.

Además, el asunto de tocar este tema viene a colación porque en México, extrañamente, algunos actores políticos ya empezaron a aprovechar la polémica generada (si tienen o no calidad moral para hacerlo ya no viene a discusión)... y por otro lado, no faltan aficionados y empresarios que defenderán, literalmente, "a capa y espada" esta "sana" actividad.

Sería tentador no pensar mucho y decirles a estas personas que los derechos de los animales son más importantes que una cultura, una tradición, una afición, y hasta un negocio. Pero... ¿y si le pensamos un poco más hacia todo lo que implican las corridas de toros?

Ahora que estuve de vacaciones, tuve la oportunidad de ver la película "Bee Movie"... y aunque la traspolación va a ser un poco bárbara, creo que hay cosas que pueden aplicar de la trama de la película al tema que nos concierne. Para ser breves... ok, supongamos que se acabaran las corridas de toros... ¿y qué va a pasar con las familias que se sustentan de la crianza de toros de lidia o del mantenimiento de ruedos u organización de las corridas de toros?

Momento, amigos anti-capitalistas, tampoco me estoy pasando al lado obscuro del dinero inescrupuloso, no se me alboroten tan rápido.

Creo que es válido trabajar y ganar dinero por actividades que involucren animales... pero no por aquellas que incluyen agresiones violentas que hagan sufrir al animal. Y no, no estoy poniéndome en el plan de que todos nos hagamos vegetarianos (¿qué? ¿apoco me van a decir que las plantas y vegetales no tienen vida ni sentimientos y no sufren cuando uno las corta al cosecharlos?). El chiste de todo esto es el para qué y el cómo. Es así de simple, y así lo planteé en la otra entrada del blog: no es lo mismo matar (de manera "controlada" y "sin sufrimiento") para comer, a matar nada más porque es divertido, porque es un arte el dar una estocada o el salir triunfante con dos orejas y un rabo (me pregunto qué harán los toreros con esas cosas al salir, ¿las guardan?).

¿Entonces? ¿Debemos de prohibir las corridas de toros o no? Yo pensaría, sin ser conocedor de esta "fiesta" ni perteneciente a alguna corriente ideológica, política ni activista... que no, no es como para ponerse en el extremo de prohibirlas porque sí. Si realmente tienen un valor cultural, una tradición... o un "algo así bien quién sabe cómo" que haga valer la pena ir a una plaza... entonces, ¿por qué no omitir de las corridas toda la parte de mutilaciones y lesiones a los toros? ¿No sería viable? Digo, así todos quedamos contentos... ¿no?

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