viernes, 23 de marzo de 2012

Respe(c)to a Benedicto XVI

Durante el día de hoy se ha creado mucho revuelo en México a partir de la visita de Benedicto XVI, el máximo jerarca de la Iglesia Católica.

El revuelo ha venido por dos posturas principales: por un lado aquellas que se llenan de alegría por la visita de Su Santidad, y otras, por el contrario, en un afán no solo de criticar la visita, sino a aquellos que por X o Y razón van por verdadero gusto a recibirlo.

Oh, sí, el siempre polémico tema de la religión, aderezado con aspectos obscuros dentro de la Iglesia Católica que, tarde o temprano, salen a la luz, aunque los responsables hacen como que no vieron nada, y complementado con un fervor religioso, casi ciego, por una fe.

No me voy a meter mucho en aspectos teológicos, ya que, en primera, van más allá de mi conocimiento y comprensión, y en segunda, porque aunque los mencione y explique con palitos y bolitas, los detractores nomás no lo van a entender y seguirán rebatiéndolos, a veces sin fundamento, pero bueno, tampoco importa.

Quiero enfocarme ahora en las manifestaciones negativas que se han manifestado por la visita de Benedicto XVI. ¿Qué pasa? ¿Cuál es el beneficio de rechazar su visita, cuando ni les va ni les viene?

Hey, es en serio; hablo muy en serio. ¿Qué carambas les importa a algunos que venga, si ni profesan la fé de la que él es máximo jerarca?

¿Que encubre a pederastas? Sí, quizá. ¿Qué se pudre en dinero pudiéndolo dar a los necesitados? Sí, por supuesto. ¿Que tiende a condenar aspectos sociales como el aborto y los homosexuales? Claro.

¿Entonces por qué pedir respeto a Benedicto XVI? ¿Por qué mejor no levantamos armas y lo juzgamos? Tentador, ¿verdad?

Bueno, ¿quién es el primero que se anima a hacer algo efectivo? ¿Tienen los pantalones para denunciar y decir "esta boca es mía", más allá de una pantalla o de un micrófono?

... ¿qu'iubo? ¿No, nadie? ¿Entonces para qué alegan? ¿En qué les afecta, de manera práctica, en sus vidas? ¿Que para qué tanta faramalla, tanta diplomacia, tanto dinero gastado del erario público... tanta hipocresía?

Ah, perdón, es que para algunos creo que les hace mucho ruido todo lo que "representa" Benedicto XVI. En cierta forma tienen razón... pero creo que exageran, para mal.

Benedicto XVI es el máximo jerarca de la Iglesia Católica... dicho de manera práctica, el máximo representante de Dios en este mundo. Uhhh... qué papelito, ¿verdad?

Afortunadamente para muchos de nosotros, El Papa sí es alguien importante, sí es alguien que merece respeto por su investidura... pero él no es la Iglesia, ni sus feligreses, ni su fé, así como así. Es un REPRESENTANTE, no es el todo, no es Dios, ¿captan? En todo caso, como aspecto político es tan importante como el máximo jerarca de cualquier otra creencia. Punto.

Como católico recibo con respeto su visita... pero no muero por ir, ni siquiera he visto nada en las noticias. Benedicto XVI tiene nula carisma, no veo en él el mensaje de amor de Jesucristo de buenas a primeras... pero no pasa nada. Las enseñanzas de Jesucristo van más allá de él. Está en las cosas que hacemos día a día por los demás. El Papa hace su trabajo, su labor, bien que mal, pero al final lo bueno que aprendamos de él es lo que cuenta. Nada más.

Ah, pero que quieren condenar a Benedicto aún, ¿eh? Tranquilos, hombre. Dios se encargará de eso en su momento, al igual que de todos los que creemos en Él. Estar alegando no le va a afectar al Papa, ni los va a escuchar. Mejor dedíquense a seguir con su vida propia, ayudemos a los que están cerca de nosotros, y poco a poco podremos hacer un cambio efectivo en nuestro mundo.

PD: Admito que esta vez me he dejado llevar por ciertos sentimientos, más que por el análisis. Pero esto, amigos, es lo que siento y en lo que creo. Soy católico, creo en Dios quien, pese a ser como soy, sé que me ama; por eso estoy en el grupo de oración. No me siento excluido por la Iglesia, porque en el momento en que podemos contar con apoyo de padres y frailes que nos respetan como Hijos de Dios, sabes que aún hay esperanza, y aunque hay voces poderosas que se empeñan en segregarnos, la realidad es que solo con un corazón abierto podemos estar con Dios. No hay de otra.

PD 2: Y si no les gustó mi opinión y creen que estoy mal... pues tranquilos. Sigo viviendo mi vida, pésele a quien le pese. ¿Estoy mal? Quizá, pero me agrada seguir creyendo y teniendo esperanza, tal vez eso me ha mantenido tan arriba como me es posible. Y, en todo caso, pues, ¿qué hacen aquí?