viernes, 12 de julio de 2013

El "mapachazo", o la aldea animal que me tiene cautivado

No tengo mucha experiencia en los videojuegos "sociales". Ya saben, aquellos donde creas un personaje virtual, generalmente a tu imagen y semejanza, e interactúas con otros similares, ya sea platicando, jugando minijuegos, etc. Simplemente no es lo mío, principalmente por cuestión de tiempo o porque... no sé, como que no me atraen.

Ejemplos de este tipo de juegos tenemos por todos lados y para todos los gustos y para todas las plataformas. Por supuesto, hubo un momento en que Nintendo quiso entrarle a este mercado con una propuesta de una perspectiva única. Originalmente en Japón para Nintendo 64 en el 2001 y más adelante relanzado para Nintendo GameCube en el resto del mundo en el 2002 nació Animal Crossing.

Como muchos juegos que hace Nintendo, Animal Crossing es un juego relativamente sencillo de jugar: día a día puedes recolectar frutas, insectos, peces y otros items para venderlos o intercambiarlos por dinero y otros bienes para pagar, amueblar y mejorar tu casa. A la par de eso, interactúas con tus vecinos animales. Evidentemente, el juego hace uso del reloj interno de la consola y hace que el tiempo en tu pueblo virtual transcurra tal cual como el tiempo real, afectando la ubicación de items y, sobre todo, de eventos, incluyendo fechas especiales donde podrás participar y convivir con los demás habitantes de tu pueblo, quizás competir en minijuegos, y es todo.

Sí... eso es a muy grandes rasgos todo lo que se hace en el juego, ¡en serio! ¿Y saben qué es lo mejor? Esa sencillez es la que ha hecho a esta serie tan popular que a partir de ahí salieron juegos para Nintendo DS, Nintendo Wii y recientemente Nintendo 3DS. En cada nueva edición se han integrado diversas formas de interacción no solo con tus vecinos del pueblo, sino con otros jugadores tanto locales como en línea a través de las funcionalidades inalámbricas de la correspondiente consola. También se han incorporado detalles como la personalización de tu personaje en el juego (apariencia, ropa) y tu casa (muebles, papel tapiz, piso), además de añadir nuevos personajes que incrementan las posibilidades de qué cosas hacer cada día en tu pueblo virtual.

Y aún así, amable lector... yo no me animaba a jugar algún juego de esta serie. Básicamente por tiempo. En un momento de mi vida en que debo procurar administrar mejor mis tiempos para mis actividades diarias, tener un juego que me "implicara" tener una "vida alterna con horario" además de mi vida real podría no ser buena idea. Aún así, y después de informarme bien de cómo está la mecánica del juego y cómo funciona, me animé a conseguir la versión reciente para Nintendo 3DS.

A poco menos de dos semanas de jugarlo, debo decir que estoy gratamente encantado con "el mapachazo", como le llamamos cariñosamente al juego un grupo de amigos en honor a uno de los personajes principales que ha salido a lo largo de la serie.

Como apunté arriba, el juego tiene una dinámica tan sencilla que realmente con un par de horas por día podrías "cumplir" con tus labores diarias como alcalde del pueblo (una de las novedades en esta versión) a la par de tus actividades como aldeano común y corriente como recoger fruta e insectos para vender y hacer dinero para tu casa y saludar a los vecinos.

Sin embargo, todavía hay algo que hace mucho más divertido el juego: la posibilidad de interactuar con otros amigos tuyos que también tienen el juego. Pueden visitar mutuamente sus pueblos, conocer a sus habitantes, comprar o compartirse cosas que les gusten o hagan falta... vamos, interactuar.

Las opciones que se han añadido al juego aprovechando las capacidades de la consola (como tomar imágenes del juego, o importar y exportar texturas mediante códigos QR y que se pueden usar en ropa, muebles o en el pueblo), le dan un valor creativo y de personalización enorme. Así, dos pueblos muy difícilmente se van a parecer uno del otro, así como muy en el fondo cada uno, en la vida real, somos diferentes, y eso no tiene absolutamente nada de malo.

Más allá del aspecto "virtual" que esto conlleva y que puede exponer una falta de sensibilidad al mundo real, yo más bien diría que puede ser encauzado de otra manera, dependiendo de cómo se tome: al final del día, el juego no tiene una meta en específico, no hay un final, pero sí hay un proceso que involucra la convivencia y el contacto con otros, el apoyo y la amistad. Por supuesto que el juego se puede jugar solo, pero no es lo mismo. Esto se puede traspolar a la vida. Se puede vivir sin ayuda, pero no es lo mismo que vivirlo apoyándonos unos con otros.

Así que, sin más... creo que mi tiempo de videojugador se quedará un buen rato en Osunia, como nombré a mi pueblo... al menos de aquí a octubre que salga Pokémon X.