viernes, 2 de diciembre de 2011

La diosa del sol, arte e historia digital

Hace algunos años, leía en una revista sobre un juego para PlayStation 2 en el que se alababa el apartado gráfico y resaltaba el uso de un pincel "en pantalla" para realizar ciertas técnicas o acciones necesarias para avanzar el juego. En su momento no le puse mucha atención porque a duras penas había jugado juegos de PlayStation, aunque sí me llamó la atención el hecho de que el juego pareciera como hecho en acuarela.

Tiempo después, habiendo saliendo el Nintendo Wii, se anunció el lanzamiento de dicho juego, aprovechando el innovador tipo de control. Habiéndome informado con mayor detalle del juego y sus características, fue que no pasó mucho antes de que me decidiera a comprar el juego Okami, producido por Capcom y desarrollado por Clover Studios.

¿De qué se trata? Okami está muy apegado al folclor japonés, narrando las aventuras de Amaterasu, la diosa del sol, quien reencarnando en una loba y usando diversos instrumentos divinos debe buscar a toda costa restaurar la tranquilidad de las tierras de Nihon al pelear contra Orochi, la serpiente de 7 cabezas quien busca sembrar el caos y la destrucción; a lo largo de la historia te encuentras con un buen número de personajes que tienen una participación importante en la historia, siendo de los primeros Issun, un enviado celestial quien con una actitud no muy "divina" busca cumplir con su objetivo acompañando a Amaterasu montado en su hocico.

La historia suena en sí bastante simple, pero afortunadamente Okami tiene ciertos giros argumentales que hacen que el juego se desarrolle de una manera muy interesante, y, lo más importante, de una manera en que lo vives. Hay momentos alegres, hay tragedias, y momentos tristes, todos clave para sazonar esta historia única; como si no fuera suficiente, también hay ocurrencias de los personajes que los vuelven un poco más reales.

Amaterasu, además de echar mano de su espejo, espada o rosario para atacar, puede hacer uso del Pincel Celestial, un instrumento que le da acceso a diferentes acciones tan simples como el usar fuego, hielo, trueno, viento o agua, realizar cortes a piedras, troncos y enemigos, o incluso restaurar ciertos objetos y hacer florecer las plantas.

Como ya se comentó, el juego es prácticamente una traslación de la versión inicial para PlayStation 2, añadiendo el uso del WiiMote para poder realizar las técnicas del pincel. Es de destacarse el aspecto gráfico. En lo personal nunca había visto un ambientación tan sencilla, pero tan magnífica simulando que todo el juego se ve a través de una acuarela. Ver animaciones como las que ocurren al restaurar zonas malditas me dejó con el ojo cuadrado.

¿Y la música? Es de lo mejor que he escuchado en mucho tiempo. Partiendo de instrumentos musicales de origen japonés, concuerda y ambienta completamente el juego. Melodías como "Shinsuu Field", "Ryoshima Plains", "Tribe of Heavenly Gods'" y "The Sun Rises" me parecieron verdaderas obras musicales.

Honestamente, me tardé un buen tiempo en jugarlo y terminarlo; de principio, salvo la parte gráfica, como que algo faltaba para que me atrayera lo suficiente y me la pasara jugándolo diario. Después de una pausa para jugar otros juegos, lo retomé, y, ¡qué maravilla! Siendo sinceros, en modo de juego no es precisamente innovador (cayendo en la categoría de juegos como Zelda o Metroid), pero el uso del pincel le dio un giro interesante y no muy visto en otros juegos. De a poco en poco, de emoción tras emoción con los giros argumentales, las partes chuscas, y los momentos tristes, de peleas y más peleas con demonios de todos tipos y demás, llegué a la parte final donde he de reconocer que por estar escuchando la música del final se puede decir que no recuerdo cómo lo vencí... así de conmovido estaba.

El final sí siento que fue un poco "incompleto", que me quedó a deber, sobre todo tratándose de un juego del que habiendo pasado años no se vislumbraba tener una secuela... o eso parecía.

Capcom anunció en el 2010 que lanzaría una secuela de Okami, pero no para una consola casera, sino para una portátil, siendo el Nintendo DS el elegido para contar la nueva historia. El protagonista no sería esta vez Amaterasu, sino un pequeño cachorro de lobo con una aparente conexión a la diosa del sol. El cachorro fue nombrado Chibiterasu, naciendo así Okamiden y siendo lanzado este año.

Me tomé un buen tiempo para decidir a comprármelo, porque sabía que era un juego que merecía toda mi atención. Y, caray, quedé gratamente encantado con el juego. Por supuesto, uno tiende a compararlo con su antecesor y aunque, en mi opinión, no llenó totalmente los zapatos que dejó Okami, por sí solo es un excelente juego.

Gráficamente cumple con su función, tratando de plasmar la "majestuosidad" de la "acuarela en movimiento", por supuesto que con menor resolución, pero no es algo que al menos a mí en lo personal me importe demasiado. La parte sonora me quedó un poquito a deber, la verdad, pero tampoco es algo que no merezca ser reconocido, manteniendo la misma línea y haciendo arreglos a algunas melodías del juego anterior.

El modo de juego en sí no cambió mucho, aunque se adiciona la cooperación con personajes dentro del juego para atacar y hasta interactuar con el entorno. Por supuesto, el Nintendo DS no pudo ser mejor consola para implementar la funcionalidad del Pincel Celestial; noté un poco lenta la interfaz al cambiar la pantalla para hacer trazos, pero es cuestión de habituarse, finalmente.

Argumentalmente sí es un digno sucesor de Okami, manteniendo los giros y situaciones chuscas; igualmente eché lágrima en uno o dos momentos conmovedores. Cuando vas adentrándote a la parte final del juego, una o dos sorpresas te esperan, y no digamos la pelea final... una mezcla de emociones, sin menospreciar la conclusión de la historia.

Es grato saber que aún cuando la industria de los videojuegos tiende hacia aspectos muy plásticos y efímeros en todos los aspectos, hay gente creativa con ganas de hacer algo probablemente no diferente ni necesariamente innovador, pero sí algo que den ganas no solo de jugarlo, sino de vivirlo, de sentirlo, de verlo y de oírlo, de llorar y reír, de conocer otras culturas, de quedarte con una o dos cosas para reflexionar y quizá aplicar en la vida diaria. Gracias, Okami y Okamiden.