miércoles, 3 de agosto de 2011

De rosas guadalupanas y prejuicios japoneses

Esta vez quiero empezar diciendo "honor a quien honor merece"... dedicado a la producción del programa de TV "La Rosa de Guadalupe" y que es transmitido por Televisa.

"¿Eh?", dirán algunos... pues sí, ese canal de TV abierta en México, que se las ha ingeniado por sacar producciones de paupérrima calidad, que se empeña en imponer al público de todo el país contenidos frívolos, vacíos, mal actuados, carentes de argumentos sólidos, esa cadena que todo mundo sabemos que es altamente corrupta y tiene sus entrañas en las más altas esferas políticas... sí, señores, eso me queda bien claro y no está abierto a discusión. Pero hay que saber reconocer cuando hacen algo pequeño pero bien dentro de todo lo malo, como decimos en México, cuando se avientan "un garbanzo de a libra".

¿Qué es "La Rosa de Guadalupe"? Un programa unitario que se transmite todos los días entre semana, que trata en un capítulo de una hora un caso alrededor de un tema en especial; en sí no es muy diferente de producciones similares tipo "Mujer, casos de la vida real" entre muchos otros de muchas cadenas televisivas; lo diferente aquí es que en algún momento se involucra a la Virgen de Guadalupe, una imagen religiosa muy importante para todos los católicos al menos en México. De manera a veces un poco exagerada llega un momento donde el personaje sobre quien gira la trama siente un "alivio espiritual" poco antes del final del capítulo, llevándonos a una reflexión, a veces atinada, a veces forzada, a veces nada más para terminar el capítulo y ya.

Se generó mucha polémica, de la cual me enteré anoche, porque se anunció un previo del capítulo del día de hoy donde se trataría el tema de los denominados Otakus. Los Otakus, según Wikipedia, "en el mundo occidental, (...) es empleado para calificar a aquel que es aficionado a la animación, computacion y cultura japonesa". Dicho de una manera menos técnica, refiere a chicos y chicas que gustan de manera dedicada ver animaciones japonesas, disfrazarse y participar en convenciones (los denominados cosplayer), amén de reunirse con otras personas afines para intercambiar sus opiniones o simplemente para divertirse.

Pues bien, yo, como muchos, me parecía de principio desatinada la idea porque ya es sabido que Televisa suele hacer producciones basura sobre cualquier tema, pero, más grave que eso, cubrir muy superficialmente los aspectos de dicho tema y/o dejarse y generar prejuicios de paso. La idea de ver a dos chavos otakus llegar disfrazados a la escuela y de plano "tomarse en serio su personaje" fuera de su grupo de amigos o eventos dedicados no me daba buena espina, sobre todo por el hecho del posible mal manejo del concepto otaku, ya que temía que lo demostrarían como algo "raro", "freak", y en una de esas hasta como algo "malo" que solamente el poder de la Virgen de Guadalupe podría "curar". De ahí que foros y páginas dedicados al Animé en todo el continente tenían con qué cuestionar... bueno, atacar a dicha cadena televisiva.

Realmente ha sido rara la vez que he visto ese programa, pero esta vez decidí dejarme llevar un poco por el morbo de ver qué tontería harían con el tema en dicha emisión... pero, eso sí, haciéndolo de manera analítica... después de todo, si iba a hablar de él, tenía que ser con la base principal: habiendo visto el capítulo, ¿o no?

Bueno... ¿y qué pasó entonces en este quizá sui géneris capítulo?

Iniciamos, como bien lo apuntaba el avance, con un par de chavos disfrazados de personajes que por supuesto que, con nombres diferentes, son referencias de dos de las principales series de animé en México: Dragon Ball y Sailor Moon, adicionado con otros conceptos en cuanto al manejo de las representaciones otakus y el "personaje" que representaban.

Se entiende perfectamente que a muchos les guste ser otakus, pero, de verdad, ¿alguien se animaría a ir a su escuela disfrazado de uno de sus personajes favoritos, en un día común y corriente? Desde ahí empezábamos mal. A lo largo de todo el capítulo la chava no paraba de decir "soy la diosa del Génesis..." y llegó a causar cansancio, aún en los momentos buenos del capítulo. Por supuesto, en la escuela, donde al menor indicio de ser diferente ya eres rechazado, esto les provocaba a los chavos agresiones primero verbales y luego físicas de sus "compañeros" de clase... y no es para menos. Perdón, pero una cosa es tener un gusto, y otra, como esta chica, es llevarlo al extremo de sentirse al 100% su personaje; y no digo que no haya gente así, pero la idea que va a tener la gente ignorante que ve el programa es "ah, está disfrazada, entonces, ¡está loca!". ¿Qué querían transmitir los escritores, un valor, o un anti-valor?

Para colmo de males, no mucho después sale la "explicación" del enajenamiento de la chica... su personaje de animé era alguien feliz, alguien fuerte, mientras la niña, la "real", era triste y abandonada por su padre... o sea... ¿necesitábamos tocar el punto de los otakus para llegar a lo mismo de toda la vida? La niña bien pudo haber sido darketa o emo o corredora de autos y no habría cambiado mucho el argumento final.

A medio capítulo, se tocó un punto interesante, sin embargo: las lolitas, esas casi niñas que se disfrazan de personajes muy provocativos para los chicos y no tan chicos; se llega a un intento de violación de la chica, "provocado" por su apariencia. Y, por favor, aunque no hay que llegar al extremo de pensar en violar a una lolita, negar que las lolitas son un éxito entre los otakus es como decir que no hay hombres que lo único que saben y ven de animación japonesa es el hentai (animación con muy alto contenido sexual).

Algo muy interesante ocurre con la mamá y la abuela de la niña, aunque por supuesto están conscientes de que el gusto de la chica lo lleva muy al extremo y por supuesto que su primer reacción es rechazarla, desde el principio la abuela tiene una actitud comprensiva, diciéndole a su hija muy tranquila y cariñosamente "¿te acuerdas que tú hacías lo mismo con Parchís? y no quería salir por perderte ni un programa de 'Candy, Candy'", ¡ándale, pues! No era una recriminación a la mamá, para nada, sino una forma de dar a entender que era un gusto, y que había que darle una oportunidad a la chica de entenderla.

En las siguientes escenas, tenemos a la mamá investigando un poco sobre "tribus urbanas de caricaturas japonesas", con el único objetivo de entender a su hija y poder hablarle en "su idioma", el de su personaje de "la diosa del Génesis...". Aunque la mamá falla en un principio al acercarse a su hija (también la hija no ayuda mucho poniéndose a la defensiva), la señora es muy bien apoyada por la abuela de la niña, pidiéndole que tuviera paciencia al irse acercando a su hija. Honestamente, esto me pareció bien manejado y con un par de lecciones simples: "no te rindas", y "haz el intento de comprender a los demás". Ya eso era de admirarse de parte de la producción, aunque quizá no hubiera sido su primer "destello" en todos sus capítulos.

No les voy a platicar más de la trama, es algo que tienen que ver, porque aunque los momentos tensos entre la chica y sus compañeros de la escuela son un tanto predecibles y exagerados, el desenlace es, ¡grandioso! (¡y sí, casi grité de emoción!), en la historia de la TV abierta en México; de verdad yo no recuerdo haber visto algo de ese nivel, y no lo digo por que la mamá empieza a tomar en serio su rol de madre (típica madre trabajadora que no ponía tanta atención a su hija, cosa ya muy vista), sino que logró conectarse con su hija (de una manera un tanto cursi, creo yo, ya lo juzgarán ustedes, pero es válida) con algo tan simple como "darketa, punketa, como sea, te quiero", y llegamos al grado de hablar abierta y dedicadamente sobre tolerancia y no discriminación en la sociedad... bueno, al menos en la escuela, que ya es un avance.

¿Lo mejor? Que en ningún momento a la chica le dijeron "tienes que dejar tus locuras", sino simple y sencillamente la mamá termina de entender lo que la chica resume como "tenía que aprender a hacer respetar mis ideas", y la mamá responde que "tenía que aprender a entenderte", pero que una cosa era ser otaku y otra cosa era ser ella misma, quien es, y que ambas cosas se pueden llevar juntas sin ningún conflicto de por medio.

Aún con algunos errores técnicos, como el "animé es una tribu urbana" y "animés (sic) japoneses" (todo un pleonasmo), el capítulo cierra muy bien con la máxima frase del personaje histórico mexicano Benito Juárez "entre las personas, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz".

¿Y la parte religiosa, que se supone que es parte fundamental del programa? Hasta eso la metieron solo donde debía ser necesario, de manera sutil y creíble, nada exagerado... bueno, salvo lo del "aire aliviador espiritual" que acompaña cada capítulo de la serie.

Señores, cuando hay que despotricar contra Televisa, pues a darle con todo... pero hoy, ahorita, yo, Gil Galindo Bucio, me quito el sombrero ante la producción de "La Rosa de Guadalupe" por un muy buen capítulo que, sí, empezó como siempre... pero terminó como debió ser. Mis respetos... esta vez.